En estos últimos años El Niño ha sido un fenómeno muy estudiado para conocer cuál es su papel respecto a la variabilidad climática que presenta el planeta. ¿Pero de qué hablamos cuando discutimos sobre este fenómeno? ¿Ha sido el causante de la manifiesta sequía en las Islas Baleares?
El concepto de El Niño procedía de la aparición de una corriente cálida que cada año se manifiesta frente a las costas sureñas del Ecuador y en el norte de Perú, durante el verano del hemisferio sur, momento en que los vientos alisios son más débiles. Fueron los pobladores de la región de Payta quienes bautizaron este fenómeno con dicho nombre, en referencia al niño Jesús, y es que el Niño se produce poco después de la Navidad.
La corriente del Niño implica una fluctuación de la masa oceánica hacia el Sur, provocando la aparición de aguas cálidas, desplazando la corriente fría de Humboldt y condicionando el sistema de precipitaciones de distintas regiones. Dicha corriente, una corriente oceánica fría originada por el ascenso de aguas profundas, que ejerce una influencia determinante sobre el clima global y local. Su influencia es notoria en las costas de Perú y Chile, observable en la ausencia de lluvias y temperaturas más frías de lo que deberían tener de acuerdo a su latitud.
Esta corriente a intervalos de entre 3 y 7 años suele ser extraordinariamente intensa. ¿Eso es lo que ha pasado este año?
El Niño es la fuente más importante de variabilidad en el sistema climático global. Este sistema interconectado (océano-atmósfera) que se caracteriza por calentamientos o enfriamientos, de las aguas superficiales de las regiones del Pacífico ecuatorial, provoca variaciones en las subidas y bajadas de las presiones atmosféricas entre las regiones del este y oeste del océano.
Y es que este fenómeno oceánico tiene una contrapartida atmosférica por medio de la llamada: Oscilación del Sur. Esta se explica como una variación de la presión atmosférica en superficie, marcada por una periodicidad interanual, relacionada con la dinámica oceánica.
En situaciones normales o de fase alta, las bajas presiones se sitúan en las regiones occidentales del Pacífico Ecuatorial (Ej: Indonesia), dominadas por convección tropical y lluvias. Sin embargo, las altas presiones se localizan en el Pacífico suroriental y están marcadas por subsidencia y poca humedad en el aire.
Pero cuando entramos en una fase baja, debido a un vaivén de presión, los vientos alisios se debilitan y favorecen la aparición del Niño, que con un desplazamiento anómalo de la corriente en dirección oeste-este, provoca que la masa de agua cálida acumulada en el Pacífico occidental se extienda hasta la costa americana, actuando como un fenómeno de retroalimentación capaz de modificar el régimen y la distribución global de las precipitaciones.
Figura 1. Evolució Niño. Fuente: https://www.yahoo.com
Como ya sabemos, estas anomalías térmicas del océano no afectan únicamente a la regiones más cercanas, sino que también intensifican un cambio en la circulación térmica directa de la célula de Hadley (extendida desde el ecuador hasta los 30º en ambos hemisferios) y de la corriente en chorro tanto la subtropical, que se desplazaría hacia el norte provocando inviernos más lluviosos de lo habitual en el sur de EEUU; como la polar que se debilita, y se registran unos inviernos más templados en el norte de EEUU y el sur de Canadá. Por esto podemos decir que los efectos del Niño se extienden a zonas más lejanas (Fundamento esencial de las Teleconexiones).
Si bien, la influencia del Niño sobre el Mediterráneo es difícil de relacionar, debido a que con la distancia la señal decrece y que la zona mediterránea es posiblemente una de las más irregulares e inestables, por su lejanía y por su climatología particular, sí que parece haber un influencia de la ENSO (El Niño-Southern Oscillation) sobre esta zona.
Algunos estudios muestran la influencia del ENSO en Europa, certificando que en un año Niño suele haber mucha precipitación en regiones como Alemania o las Islas Británicas y sequía en el Mediterráneo, y este año hemos estado sufriendo un Niño que ha batido algunos récords, situándose entre uno de los más fuertes desde 1950.
De otra parte, cabe añadir que son muchos los factores y las teleconexiones que pueden influir en el régimen de precipitaciones en esta zona (como la North Atlantic Oscillation “NAO” y la Western Mediterranean Oscillation “WeMO”), pero lo cierto es que durante el período entre Octubre del 2015 y Febrero del 2016, hemos tenido unos datos de precipitación muy exiguos y preocupantes que de cara al verano, sino se produce un aumento significativo de las precipitaciones, podría aumentar el estrés hídrico de las Islas Baleares. Estos datos han sido coincidentes con un Niño muy pronunciado y un bloqueo anticiclónico.
Fuente datos : www.aemet.es/
Estos datos de precipitación se dejan notar en los embalses de Cúber y Gorg Blau (Mallorca) que en enero solo almacenaban un 30’2% del agua que pueden albergar, mientras que durante el pasado año estaban al 51’4%.
La escasez de lluvia no solo ha repercutido en los embalses, sino que también se han visto afectados los niveles de las aguas subterráneas, como los acuífero de s’Estremera y de los pozos de Alaró, Borneta y Can Negret.
“En s’Estremera el nivel del agua se encontraba en diciembre de 2015 a los 115,30 metros de profundidad, mientras que en el mismo mes de 2014 se encontraba a los 90, por lo que se ha producido un descenso de 19,30 metros. Aún así no se ha llegado al mínimo histórico registrado en noviembre de 2001, con el agua a 180,70 metros de profundidad. El nivel del pozo de Can Negre los 77,4 del mismo mes del año pasado. El nivel del pozo de Borneta ha descendido 11,97 metros, (de 77 a 89) mientras que el agua en el pozo de Alaró se encuentra en estos momentos a 102 metros de profundidad, 22 más que en diciembre de 2015.” Capó, J. “El nivel de los pozos ha bajado entre 19 y 22 metros”. Diario de Mallorca (21-1-2016) http://www.diariodemallorca.es/palma/2016/01/26/nivel-pozos-bajado-19-22/1088509.html
El descenso de los niveles de los acuíferos provocados por dicha sequía (los meses de noviembre, diciembre y enero han sido los más secos de los últimos 50 años) debe preocupar a la ciudadanía, ya que el 90,3% de todo el consumo de agua urbano en Mallorca procede de las aguas subterráneas.