En esta entrada queremos compartir con vosotros algunas reflexiones sobre algunos efectos que puede provocar el cambio climático en nuestro país, en concreto el área mediterránea y el calentamiento que está sufriendo. Si sois curiosos y seguís de cerca la meteorología, quizá hayáis notado un aumento de la actividad tormentosa en los meses de invierno en esta área. Como bien podréis conectar con el título de este artículo, existe una explicación para este fenómeno, y tiene que ver con el aumento de la temperatura del agua del mar en el Mediterráneo, un efecto del cambio climático que ya se está notando.
El mar mediterráneo: ¿un mar que parece un lago?
El Mar Mediterráneo está situado en latitudes medias del hemisferio norte, de manera que está afectado por la estacionalidad que caracteriza el clima en las zonas que lo rodea: inviernos con temperaturas suaves y precipitaciones que suelen ser regulares, acompañado de veranos calurosos y precipitaciones escasas y seguido de la época de lluvias intensas otoñales. La característica principal que tiene este mar en comparación con otras superficies marítimas es que es un mar prácticamente cerrado: solo hay una entrada natural de flujo de agua que lo conecta con el Océano Atlántico. Este acceso natural, además es muy estrecho, de ahí que este mar parezca un lago.
El Mediterráneo, al ser una superficie de agua más pequeña y menos profunda que la que tiene un océano, condiciona el clima de las zonas circundantes, ya que consigue retener el calor generado por la radiación solar con mayor facilidad. En los meses de primavera, cuando los rayos del Sol comienzan a incidir de manera más directa, empiezan a calentar la superficie del agua y lo sigue haciendo hasta finales del verano, cuando la radiación Solar es máxima, todo ello acompañado de tiempo estable: cielos despejados y ambiente bochornoso.
Las tormentas en el Mediterráneo
En otoño, la energía que se ha acumulado durante los calurosos meses de verano se almacena en los primeros metros de profundidad del mar. Esta energía se llama calor latente y se denomina latente porque se requiere un proceso físico que provoque que esa energía se libere.
Si en verano se disfrutaba del Sol, la playa y la tranquilidad atmosférica provocada por los grandes anticiclones que bloquean los frentes y borrascas, en otoño, los papeles se comienzan a invertir: los frentes y las borrascas consiguen cruzar más fácilmente la Península, provocando que el tiempo empiece a ser más inestable y se produzcan las lluvias y tormentas del otoño que liberan ese calor latente acumulado durante los meses calurosos.
Las tormentas absorben el calor acumulado en el mar, provocando que la temperatura de éste comience a disminuir. Este proceso sigue hasta que llegan los meses de invierno, en que la temperatura alcanza el mínimo, a la vez que la energía potencial asociada al calor latente del mar, hecho que explica que en general sea difícil (¡no imposible!) ver tormentas en pleno inverno en la zona mediterránea.
Cambio de patrón: ¿más tormentas en invierno?
La cantidad de calor latente acumulado en los primeros metros de profundidad en las aguas mediterráneas está directamente relacionado con la temperatura del agua del mar: cuanto mayor es la temperatura del agua, mayor cantidad de calor latente, y viceversa. A finales de verano, el mar es cálido, alrededor de los 26-28 ºC, mientras que, a medida que avanza el otoño, empieza a haber menos horas de luz y por tanto, menor radiación solar con lo que ya no se produce calentamiento del agua. Si sumamos la energía que se libera para formar tormentas con el paso de frentes y borrascas, resulta que el mar comienza a enfriarse, siendo la temperatura mínima alrededor del mes de febrero de unos 12 o 13 ºC.
Con estas temperaturas, se hace difícil ver tormentas en invierno, pero no imposible del todo si se produce una irrupción de aire muy frío. Sin embargo, se ha ido observando en las últimas décadas que la temperatura del Mediterráneo ha aumentado más de 0.4 ºC/década (Jansà), un dato alarmante que pone de manifiesto una de las tendencias coherentes con el Cambio Climático. Con este dato sobre la mesa, no solo es de esperar que aumente la temperatura del agua en general, si no que lo haga en los meses más fríos, con lo que esto supone: mayor cantidad de energía acumulada y por tanto, mayor potencial para la formación de tormentas.
Fuentes y referencias:
- Agustí Jansà: L’extensió de l’estiu cap a la primavera
- Twitter de Paco Bailón
- Google maps
- Panel Internacional del Cambio Climático (IPCC)
Agradecimiento especial:
Queremos agradecer especialmente la posibilidad que nos ha brindado Paco Bailón dejando que utilicemos sus espectaculares fotografías para esta entrada. Aquí tenéis sus redes sociales para que podáis disfrutar de su arte: