No todo el mundo sabe de meteorología. Ver mapas en el telediario, leer tecnicismos en el periódico o escuchar por la radio la previsión del fin de semana no nos convierte en expertos meteorólogos. Por el interés que despierta el entendimiento de esta ciencia geofísica entre la población, hemos decidido preparar el presente artículo, a modo de mini diccionario, en el que os acercamos diferentes conceptos que consideramos interesantes y poco conocidos. Una nueva sección (Términos peculiares en…) que estrenamos hoy y que de manera mensual publicaremos en nuestro blog, pero no solo sobre aspectos meteorológicos; habrá cabida para otras muchas disciplinas, como running, náutica o ciclismo. Sin más dilación e intentando explicarlo de la forma más sencilla posible, aquí van los cinco primeros vocablos que hemos escogido:
Fenómeno de El Niño
Es un fenómeno que se repite cada cierto tiempo y que provoca un aumento en la temperatura del agua de zonas centrales y orientales del Pacífico tropical y, consecuentemente, intensas lluvias en la zona costera de América del Sur.
Se denomina El Niño por que suele producirse en la época de Navidad, coincidiendo por tanto con el nacimiento del niño Jesús en la religión católica. La fase contraria, es decir, de enfriamiento, se denomina Fenómeno de La Niña. Ambas fases forman parte de El Niño-Oscilación del Sur (ENSO, en inglés).
Frontogénesis
Es la formación o intensificación de un frente, que ocurre cuando dos masas adyacentes de aire con diferente temperatura y densidad entran en contacto por influencias externas, como el movimiento del aire o la radiación. Siendo lo opuesto a frontolisis (debilitamiento o disipación de un frente), la frontogénesis es un fenómeno muy común en las costas orientales del continente asiático y de Norteamérica.
Ciclón
Es una zona de presión atmosférica baja que está rodeada por otras zonas de mayor presión donde se da un ascenso de aire cálido y húmedo que produce vientos fuertes y precipitaciones. Contrario al ciclón, el anticiclón, que es una zona de alta presión atmosférica, supone tiempo estable y ausencia de precipitaciones.
Después de estos tres conceptos fenomenológicos, pasamos a definir otros dos términos relativos a la instrumentación usada por los meteorólogos:
Anemómetro
Es el aparato utilizado para medir la velocidad a la que se mueve un fluido gaseoso, especialmente el viento. Como las ráfagas de viento pueden desvirtuar los resultados obtenidos con este instrumento, se suele realizar la media de medidas que se adquieren en intervalos de cierta durabilidad. Existen varios tipos de anemómetro (de rotación, de filamento caliente, etc.), que miden la fuerza de circulación del viento o los cambios repentinos de su velocidad, y que pueden ser aplicados en distintos ámbitos, obteniendo gran relevancia en el sector náutico.
Barógrafo
Es un aparato derivado del barómetro que mide las fluctuaciones (oscilaciones o cambios) de la presión atmosférica durante un periodo de tiempo prolongado. Este instrumento registra los datos obtenidos por el barómetro sobre un cilindro giratorio a través de una técnica muy similar a la utilizada por el sismógrafo (aparato que mide los terremotos). Es decir, el barógrafo registra los distintos valores de presión atmosférica adquiridos en la medición del barómetro.
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