El clima de la Última Glaciación

En la última entrada describimos la técnicas para caracterizar el clima del pasado. Desde su formación, la Tierra ha pasado por distintos climas condicionados por cambios en los diversos factores que han influido en el mismo. Entre estos factores se pueden mencionar los cambios en la composición atmosférica, en la distribución de los continentes, en la radiación solar, en las corrientes oceánicas, etc. Todos estos factores de origen natural son los que han modulado los cambios del clima en el pasado. El actual cambio climático tiene una causa claramente distinta a la de los anteriores cambios.

La quema masiva de combustibles fósiles ha causado un aumento sustancial de las emisiones de gases de efecto invernadero – fundamentalmente CO2- que a su vez ha propiciado un aumento en la concentración atmosférica de los mismos con la consiguiente intensificación del efecto invernadero que se manifiesta sobre todo en un calentamiento global. Este calentamiento se traduce en un aumento generalizado de las temperaturas, un aumento del nivel del mar -fundamentalmente por expansión térmica- y una reducción de la criosfera. Aprovechando la celebración del día mundial contra el cambio climático hace unos días, nos gustaría detallar los cambios en el clima que llevaron a que se produjera la Última Glaciación y poder hacernos una idea de hacia dónde podríamos ir en el futuro.

Figura 1.- Ilustración de un grupo de mamuts lanudos ©iStock Aunt_Spray

El periodo interglaciar Eemiense

El último periodo cálido interglaciar terminó hace 115.000 años dando comienzo a la Última Glaciación. Las nieves que caían durante el invierno comenzaron a resistir el verano. Se daban unas condiciones de insolación idóneas para que tal cosa ocurriera. Debido a los ciclos de Milankovitch -especialmente el referido a la excentricidad de la órbita terrestre- durante el transcurso del periodo interglaciar se produjo en latitudes altas del hemisferio norte una transición rápida desde una insolación veraniega fuerte a otra mucho más débil. En poco más de diez mil años, entre el 125.000 y el 115.000 antes de nuestro tiempo, hubo una disminución de más de 100 W/m2 en la intensidad de radiación solar recibida en 65º N.

En la siguiente figura podemos observar la variación de temperatura de los últimos 450.000 años con datos procedentes de la Antártida y las variaciones correspondientes en volumen de hielo. En la parte inferior se representa la insolación en Junio en 65º en los últimos 300.000 años. Podemos comprobar esa correspondencia entre los 125.000 y 115.000 años de la disminución de la intensidad de radiación solar con la variación de temperatura y volumen de hielo.

Figura 2.- Fuente: proyectos EPICA y Vostok

En el 115.000 antes de nuestro tiempo, el perihelio de la órbita anual de la Tierra alrededor del Sol, ocurriría en el invierno del hemisferio norte, igual que sucede en el presente. Y el afelio se producía en el verano del hemisferio norte. Por otra parte la excentricidad de la órbita era mayor que la actual y la inclinación del eje era menor. Estos factores reunidos producían un menor contraste estacional que el que existe hoy en el hemisferio norte, es decir, una insolación invernal más alta y, lo que es más importante, una insolación veraniega más baja.

Una vez que la nieve resistía la fusión del verano, las primeras nieves del siguiente otoño, a diferencia de lo que ocurre hoy en día, encontraban un terreno favorable sobre el que poder cuajar y acumularse. El color blanco de la nieve producía una superficie muy reflectante, aumentaba el albedo, disminuía la insolación absorbida y, por un mecanismo de retroalimentación positiva, facilitaba la progresiva acumulación de más nieve.

Además, en los bordes meridionales de aquellas regiones árticas cubiertas de nieve la degradación de los bosques de taiga, debido al refrescamiento del verano, daban lugar a un paisaje de tundra mucho más claro. La nieve caída en la tundra hacía aumentar el albedo. De esta forma se producía una agudización del frío y quedaba anulado el aumento de la insolación invernal.

En el océano Ártico, los sedimentos marinos parecen indicar que por aquellos años se produjo una frenada bastante brusca de la circulación termohalina, que coincide con el aumento de la extensión de la banquisa nevada, lo cual favorece aún más el aumento del albedo y el enfriamiento. En el sur de Europa el clima se mantuvo relativamente caliente durante varios milenos más, hasta que una gran pulsión de agua fría polar con icebergs procedentes de los mantos septentrionales ya formados alcanzó la latitud de Portugal hacia el 106.000 antes del presente. Terminaba así definitivamente el periodo Interglacial Eemiense y comenzaba la Última Glaciación.

Fases de la Última Glaciación

Se pueden detectar diferentes fases en la última Glaciación a escala global. Sin tener en cuenta los eventos cortos de calentamiento y enfriamiento (eventos Heinrich y Dansgaard-Oeschger), podemos subdividir la última glaciación en función de los tres descensos más bruscos del nivel del mar, que tuvieron lugar aproximadamente hacia el 115.000, el 80.000 y el 30.000 antes del presente, según el estudio de las terrazas coralinas y la evolución de los isótopos del oxígeno en los foraminíferos bentónicos.

Figura 3.-Nivel del mar durante los últimos 140.000 años según las terrazas de coral de Huon ( Nueva Guinea). Se señalan tres fases de descenso fuertes. El ancho de la línea indica la incertidumbre en el análisis (fuente: Chappell,1974)

Características climáticas de la Última Glaciación

La última Glaciación se caracteriza por una gran inestabilidad climática. A lo largo de la glaciación el enfriamiento no se produjo de forma uniforme, sino que existieron episodios milenarios de agudización del frío, denominados estadiales. Al final de estos se producían a veces en el Atlántico Norte grandes derrumbes de icebergs procedentes de los mantos continentales (eventos Heinrich). El frío de los estadiales era interrumpido por periodos de brusco calentamiento, llamados tradicionalmente interestadiales, o bien eventos de calentamientos Dansgaard-Oeschger (Son considerados los cambios climáticos más abruptos y frecuentes en el registro geológico). En estos interestadiales las temperaturas continentales y marinas eran muy superiores a las de los estadiales y a veces, en periodos cortos seculares, casi alcanzaban las de los interglaciales. Al parecer se sucedían, con intermitencias, en ciclos de unos 1.470 años que algunos investigadores relacionan con los ciclos solares. La siguiente figura muestra la inestabilidad climática durante la Última Glaciación.

Figura 4.-20 eventos Dansgaard-Oeschger cálidos señalados en rojo en gráfica superior. los episodios Heinrich se representan en azul en la gráfica inferior. El Dansgaard-Oeschger número 1 corresponde al último periodo frío: el Dryas Reciente (Younger Dryas) Fuente: NOAA

El Dryas Reciente

El Younger Dryas fue una breve fase de enfriamiento de aproximadamente 1.300 años de duración que tuvo lugar a finales del Pleistoceno, cuando la Tierra salía de la Última Glaciación. Toma su nombre de la flor alpina Dryas Octopelata debido a las grandes cantidades de su polen encontrado en las muestras que se fechan a esa época. Durante este tiempo frío, el Dryas Octopetala se encontraba más ampliamente distribuido de lo que está en la actualidad, cuando zonas extensas del hemisferio norte, que ahora se hayan cubiertas por lo bosques, fueron sustituidas en los periodos fríos de la tundra. Actualmente tiene una distribución extensa en áreas montañosas donde se restringe generalmente a zonas de piedra caliza. Entre estas zonas se incluyen la totalidad del Ártico, además de las montañas de Escandinavia, los Alpes, Cárpatos, Pirineos, Balcanes, Cáucaso y en lugares aislados de altas montañas.

Figura 5.-Flor alpina Dryas octopetala Fuente: Comet-MetEd

El Dryas Reciente significó un rápido regreso a las condiciones glaciares en las latitudes más altas del hemisferio norte entre hace 12.900 y 11.500 años. Esto contrasta con el calentamiento del deshielo que tuvo lugar en el interstadio anterior. Estas transiciones duraron aproximadamente una década. Groenlandia era unos 15 ºC más fría que en la actualidad mientras que las islas británicas hubo un descenso de las temperaturas medias anuales de 5 ºC y las condiciones periglaciares prevalecían en las tierras bajas y los glaciares en las tierras altas. Desde el Dryas Reciente no ha habido ningún periodo de cambio climático abrupto tan grande, extendido o rápido.

Figura 6.- Evolución de la temperatura y de la acumulación de nieve (en mm/año) a partir del testigo de hielo GISP2 en Groenlandia central (Fuente: Alley 2000)

Referencias:

  • Climate Change: Fitting the Pieces Together (Comet-MetEd)
  • Observación meteorológica. Paquete de Instrucción Básica para Meteorólogos de la OMM. Agencia Estatal de Meteorología (AEMet)
  • Alley, R.B. (2000): The Younger Dryas cold interval as viewed central Greenland. Quat. Sci. Rev.

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