Sergio Alonso es Catedrático de Meteorología en la UIB (Universitat de les Illes Baleares) y académico de la Real Academia de Ciencias y Artes de Barcelona. Después de realizar su licenciatura y doctorado en Física en la Universitat de Barcelona, centró su labor de investigación en el ámbito de la Meteorología y Clima del Mediterráneo, sobre lo que ha publicado resultados en las revistas científicas más prestigiosas del sector de la especialidad, como Monthly Weather Review o Climate Dynamics. También ha sido redactor y gestor del Programa Nacional de I+D sobre el Clima y miembro del IPCC (Intergovernmental Panel on Climate Change).
El investigador aboga por la acción por el clima y el conocimiento, según se deduce del lema de la OMM (Organización Meteorológica Mundial) para el pasado Día Meteorológico Mundial. La primera idea está más arraigada que la segunda y se refiere a todos aquellos principios que desde hace tiempo se están instalando en la sociedad en lo que a cambio climático y cuidado del medioambiente se refiere. La segunda, menos desarrollada hasta la fecha, deriva de la investigación. Se trata de indagar en las características que poseerá el clima futuro para, de esta forma, poder actuar en consecuencia. Los centros de investigación y las universidades juegan en este sentido un papel crucial, así como las publicaciones, e informes periódicos y estudios especializados que se elaboran.
Alonso, destaca el protagonismo que adquiere el IPCC a este respecto. Esta entidad, creada por la OMM y el Programa por el Medioambiente, pertenecientes ambos a la ONU, ha publicado desde su creación varios informes fundamentales para conferencias internacionales relativas al Cambio Climático.
En España, la investigación orientada al clima comenzó en 1996 con el Programa Nacional de I+D sobre Clima. Desde entonces, estos estudios han estado financiados y ello ha permitido, entre otras cosas, que los investigadores españoles colaborasen con entidades internacionales.
En el caso particular del Grupo de Meteorología de la UIB, según Alonso, la acción investigadora está enfocada al tiempo y al clima, con especial hincapié en el cambio climático. Así surgió MeteoClim Services, la spin-off de esta universidad de la que es socio cofundador y que se ha convertido en una empresa líder en predicciones meteorológicas y elaboración de informes sobre cambio climático.
Después de realizar su doctorado en Física, ¿qué le impulsó a centrar su investigación en la Meteorología y el Clima Mediterráneo?
Bueno, en realidad la decisión la tomé al elegir el tema de mi tesis: los temporales de levante en la costa catalana. Mi maestro, el Prof. Puigcerver, me sugirió un enfoque novedoso que superaba al descriptivo iniciado por el padre de la meteorología catalana, Eduard Fontseré, décadas atrás. Incluso si pienso en un periodo anterior, ya había sido captado por la meteorología al ver como el Prof. Puigcerver nos enseñaba que la meteorología era una aplicación de la física, fundamentalmente de la dinámica de fluidos. La investigación del clima mediterráneo apareció, casi como una necesidad natural posterior, al profundizar en los fenómenos meteorológicos de muy mal tiempo (o tiempo severo, hoy llamados también de alto impacto social) y preguntarnos si cada vez se producían con más frecuencia y mayor intensidad. Como todo evoluciona en el transcurso del tiempo, el campo de aplicación fue creciendo, entre otras cosas, al ir aumentando el tamaño del grupo de investigación.
¿Considera que debería ampliarse el número de investigadores en esta materia o es un campo con los recursos humanos cubiertos?
Es difícil precisar cuándo se han cubierto las necesidades en investigación para cualquier disciplina. Se trata de una actividad muy dinámica. El conocimiento avanza por medio de la investigación, de forma muy parecida a como ocurre con la selección natural en la evolución de las especies. Un hallazgo en investigación progresa, y se genera conocimiento a partir de él, cuando es capaz de sobrevivir a las críticas de los colegas. Si fracasa, todos aprendemos del fracaso y la línea de investigación abierta se extingue. En consecuencia, si me atengo a la pregunta, a medida que avanza el conocimiento tiene sentido ampliar los recursos humanos en investigación. Otra cosa diferente es si se puede…
Me tomo ahora una licencia, para hablar del ámbito de la política. Es muy posible que socialmente nos fuera mejor si se aplicara para las políticas y los políticos el modus operandi anterior, cosa que habitualmente no ocurre.
¿Somos realmente conscientes de las consecuencias que puede ocasionar el cambio climático?
En términos generales, seguro que no; aunque lo peor es que, sabiendo lo que ya se sabe y viendo lo que ya se ve, en ciertos círculos se quiera vivir con una venda en los ojos.
Para conocer a qué peligros nos enfrentamos, es fundamental la difusión de información relativa al cambio climático entre la población. ¿Están las empresas actuales comprometidas con la causa?
Bueno, la mayor parte de empresas sí lo están y colaboran tomando medidas adecuadas. Efectivamente la difusión de la información es imprescindible. En consecuencia, la colaboración, la sinergia, entre la generación del conocimiento y su transferencia, es fundamental. Quiero destacar el papel primordial de los medios de comunicación para que finalmente la población esté informada.
Aboga por indagar en las características futuras que tendrá el clima para actuar consecuentemente en el presente. ¿Qué papel juegan en este sentido organizaciones especializadas en predicciones meteorológicas y cambio climático, como Meteoclim Services?
Hoy día se dispone de herramientas fiables que permiten obtener información sobre el clima futuro. Se parte de ciertas condiciones razonables científicamente para realizar proyecciones, como se conocen en terminología climática. Sería como dar respuesta a la pregunta ¿Qué ocurriría si …? Las proyecciones son imprescindibles para poder determinar impactos, en este caso, del cambio climático y poder plantear acciones de adaptación al cambio climático. Si no se realizan proyecciones es imposible cuantificar los impactos con lo que, consecuentemente, se estaría trabajando a ciegas, sin tener información con base científica de lo que podría ocurrir. En este sentido, Meteoclim está muy bien posicionada a nivel internacional para realizar proyecciones, estimar impactos, vulnerabilidades y riesgos, y proporcionar información de calidad que permita establecer programas de adaptación.
¿Cuál es el objetivo principal de fundar una empresa como Meteoclim Services?
La decisión de proponer a la UIB la creación de la empresa se tomó en el grupo de investigación de Meteorología. Vimos que los resultados que obteníamos de nuestros proyectos eran aplicables y se podían comercializar. Se trataba pues de transferir a la sociedad parte de lo que habíamos obtenido en el grupo con fondos públicos. Está recogida esta posibilidad en la Ley Orgánica de Universidades y por esa razón elevamos la propuesta a la UIB, que la aprobó. Pensábamos, y continuamos pensando, que el hecho de que Meteoclim utilice de forma práctica resultados obtenidos por medio de la investigación científica hace que tenga un valor que nuestros competidores no se pueden atribuir.
La difusión de la información meteorológica entre la población es fundamental. ¿Cree que la era digital ha facilitado el acercamiento de ésta a la sociedad? ¿ Qué papel juegan las aplicaciones móviles como Meteosail o Meteosport?
Por supuesto que sí. Decíamos al iniciar nuestro camino empresarial que pensábamos especializarnos en predicción meteorológica “a la carta”. Es decir, que el cliente nos mostraba sus necesidades concretas para ciertas actividades y éramos capaces de obtener una predicción para ello. Las aplicaciones móviles representan evoluciones de la idea anterior con la ventaja que actuamos proactivamente. Ya le decimos al potencial cliente (navegante, ciclista, atleta, golfista, etc.) de lo que dispone mediante la correspondiente aplicación. Luego, si precisa mayor información, siempre se puede acercar a las pretensiones del cliente.
En 2012 salió a la venta su libro “¿Hablamos del cambio climático?”, en el que pone al alcance del público las claves para entender este fenómeno. ¿Es importante fomentar entre la población la lectura de este tipo de publicaciones?
Es muy importante. Muchas veces entre los científicos se piensa que los divulgadores o los medios de comunicación son los que deben llegar al público. No es mi opinión. El científico debe hacer el esfuerzo de acercarse él mismo a la población que, al fin y al cabo, nos está financiando. Todos podemos aprender a hacer difusión de nuestros descubrimientos. A unos se les dará mejor que a otros, pero eso pasa en todos los ámbitos de actividad humana. En el libro indicado trataba de dar a conocer con lenguaje corriente lo que se sabía sobre el clima de la Tierra y el cambio climático.
En el libro y en un artículo anterior ha recalcado el abuso que se hace del término calentamiento global, ¿es este un uso indebido?
Como indicaba en el artículo periodístico, recogido después en el libro citado, el problema fundamental es que se usa mal y sin entender el significado. Eso es lo que trataba de explicar allí y para evitar problemas proponía el uso de “cambio climático” que es correcto y más general que el manido “calentamiento global”. El problema fundamental aparece, en mi opinión, porque no estamos habituados a entender global, que viene de globo, del terrestre, como sinónimo de mundial. El resto del razonamiento que publiqué es más largo que lo adecuado para contestar en una entrevista, por lo que recomiendo la lectura del artículo de El País.