Gestionando el estrés de la montaña rusa

Una de las historias más clásicas del mundo del emprendedor es ese momento de “suerte” en el que justo cuando el dinero se acaba, en ese momento en el que el cash empieza a migrar hacia el rojo, justo en ese instante, como por arte de magia, una llamada o un correo te soluciona la existencia. Puede parecer un postureo de manual pero tiene algo o mucho de verdad.

El subsistir de un emprendedor depende de detalles, pocas veces el crecimiento inicial es exponencial, los primeros años vivimos al euro. Haces el cuento de la lechera, piensas que tienes dinero para aguantar X meses y que tu objetivo es petarlo durante esos meses. No se suelen cumplir esas expectativas, no lo petas pero algo has crecido, así que X meses después vuelves a tener dinero para Y meses y así sucesivamente. Aunque no lo parezca, esta situación es muy estresante, saber que te quedan X meses de vida cuando X suele ser menor a 6 no es fácil.

A medida que vas creciendo la estructura también lo hace, y tus gastos no podrían ser menos. Piensas en crecer pero no puedes olvidarte de mantener lo que has conseguido. Mantener cuando no tienes nada es fácil pero a medida que creces ese equilibrio empieza a ser complicado y pesado. Además, ves que para mantener y crecer necesitas fortalecer las áreas, por ejemplo la de ventas, y eso puede suponer un gasto extra, lo que automáticamente hace que los X meses de vida se reduzcan si esa nueva persona no da resultados inmediatos.

Si a esta situación le añades la incerteza de los clientes, ya entramos en una situación de estrés importante. Voy a hablar solo de los clientes, no de los posibles clientes a los que les preparas propuestas. El tiempo que pasa entre que un cliente te acepta la propuesta y que te llega la aceptación oficial puede ser o parecer eterna. Visto desde fuera se entiende, cada uno tiene sus problemas y sus prioridades pero cuando te toca a ti esperar esa llamada el tiempo pasa muy rápido.

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Pues yo estoy en ese momento, estamos pendientes de que nos lleguen las notificaciones oficiales de un par de proyectos importantes para nosotros, y a la vez esenciales. No tengo porqué pensar que no llegarán pero la espera se hace eterna. Si normalmente ya vivo pegado al móvil, ahora actualizo el correo electrónico de forma casi enfermiza.

Tenía la esperanza de que mientras escribía este post tendría noticias pero nada, día 18 de abril de 2016 a las 16:49 siguen sin llegar. Prometo actualización y espero que sea para dar una buena nueva.

Carlos Alonso

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Un comentario sobre «Gestionando el estrés de la montaña rusa»

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